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Los guardianes de la Mansión Kopp

Las figuras emergen firmes de la materia, triunfales de las entrañas de la tierra. Su espíritu telúrico ha sido liberado y los contundentes rayos de luz se deslizan acompañadamente sobre las formas que nacen de la nada para expresar un sentimiento pletórico de vida. Son los custodios, los protectores, la conciencia atenta a la moral, a la razón a la verdad. Los Guardianes deben estar prestos con sus espadas a impartir justicia a defender el honor y la virtud. Son dos gigantes para combatir el vicio. Representan el equilibrio, el Aprendiz y el Maestro; en la sabiduría del universo el hombre es producto del destino, el curso de la vida es un privilegio del intelecto, es el paso de las tinieblas a la luz.

Son los colosos de mirada fija en el horizonte del futuro, en una continua espera; serenos, con prudencia y paciencia. Su función no es infundir temor, sino despertar el hombre fuerte que dormita en el interior, haciendo al hombre más vital, atento a su propia luz. El enemigo a vencer es uno mismo y la lucha se desarrolla dentro del ser, la escoria debe ser vencida para dar origen al hombre nuevo.

La existencia de los Guardianes se justifica en la simbología de la puerta como un importante lugar de tránsito y señal de cambio. La puerta es el primer el elemento simbólico que interviene como factor de conversión, al estar situada en los límites que determinan el interior y el exterior, es el umbral de luz que vine de las tinieblas. Armados con sus respectivos aceros, ejerciendo su labor de centinelas dispuestos a cerrar el paso con celo, valor, prudencia y compromiso a quienes no están autorizados a transitar entre lo sagrado y lo profano.

Para los guardianes la misión es exitosa cuando se puede afirmar que el deambular es seguro. Este monumento fue esculpido en un término de seis meses, las piezas fueron modeladas primero en arcilla, en un sistema personal de ejecución; seccionando en dos partes cada uno de los Guardianes, los moldes de cada Guardián se obtuvieron en yeso de parís individualmente en 50 secciones o táceles, para luego ser ensamblados milimétricamente. Cada una de las piezas fue vaciada en resina de poliéster, fibra de vidrio y fibra natural para incrementar su rigidez y durabilidad. Durante el proceso se incorporó el color ocre como base para lograr una pátina o acabado final envejecido. El tamaño monumental de las figuras requería en sus puntos de apoyo que fuesen reforzados con una estructura metálica en las piernas y acoples importantes. La Obra fue realizada por el Q.. H.. Hernando Sánchez Martínez M..M.. de la Respetable Logia Amistad N° 19 que trabaja bajo los auspicios de la Gran Logia de Colombia con sede en Bogotá.